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El Art Deco fue repudiado y expulsado de las grandes Vanguardias Históricas, por ser un arte lujoso de consumo fascinado por los objetos excesivos, tener un caracter anacrónico (propio o característico del pasado y sin embargo se da en la actualidad), ser ultra comercial y consumista, muy decorativo y muy inútil, no radicalmente nuevo y carente de agenda política y compromiso social. La Vanguardia pura se sentía incómoda con el proyecto de síntesis y fusión del Art Deco, que creaba objetos en serie absolutamente hedonistas (doctrina moral que establece la satisfacción como fin superior y fundamento de la vida) y frívolos (solo piensa en el aspecto divertido o lúdico de la vida y carece de seriedad) y por eso la Historia del Arte durante décadas la desprestigió como solo un estilo y jamás nombró al Art Deco como una Vanguardia más.
El Siglo Valenciano, pionero de los grandes almacenes:
Fundado en 1879 y situado en la calle de la Paz de Valencia, fue el primer establecimiento en concentrar una gran oferta textil en un inmenso edificio con ascensor, algo aún no visto en la ciudad.
Valencia estaba repleta de pequeñas tiendas de barrio cuando llegaron los ecos de la Revolución Industrial. La apertura de bazares en los que se podía encontrar desde juguetes y menaje para el hogar hasta cristalería y piezas de arte supuso una bocanada de modernidad en el ocaso de aquel siglo. La recién inaugurada calle de la Paz, junto a San Vicente se afianzaban como eje comercial. Y en ese contexto, en 1879 se funda El Siglo Valenciano.
El Siglo Valenciano se considera el primer gran almacén textil instalado en la ciudad. Comparable, salvando las distancias, a los majestuosos Fayette parisinos o los Harrods de Londres. Supuso una auténtica revolución. Unas galerías de tres pisos en las que se podía encontrar cualquier tejido de gran calidad, desde lanas, punto, telas estampadas y mantas hasta mantones de Manila y camisas. Género tanto para señoras como caballeros. Al por mayor y al por menor. Y con un trato personalizado que encandiló a las familias valencianas.
El nuevo negocio, inmenso y con una oferta nunca vista, se instaló en un edificio en el que nada era aleatorio. De estructura metálica, contaba con un gran patio central al que daban todas las plantas diáfanas. En lo alto, una claraboya que dejaba entrar luz natural, unas amplias escaleras y el primer ascensor instalado en Valencia que favorecían el flujo de los clientes y la racionalización de los espacios.
'Comercios históricos de Valencia' :
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