"Las calles son nuestros pinceles, las plazas nuestras paletas…"
Vladímir Mayakovsky
El constructivismo supuso una identidad visual para el comunismo soviético y tuvo como objetivo principal llevar el arte al pueblo rescatándolo de las élites. Eso no significa en modo alguno el cese de la experimentación. Los constructivistas se centraron en todos los ámbitos creativos y exprerimentaron con todas las disciplinas, técnicas y nuevas tecnologías, además de continuar la experimentación geométrica suprematista.
Más que arte para ser mostrado en una galería burguesa, el constructivismo hizo arte para el pueblo mezclando todas las artes en un amalgama utópico de diseño, ingeniería, arquitectura, pintura, escultura…
Lo que había que hacer es llevar el suprematismo a las masas y que el arte trascendiera la ideología política. Los suprematistas simplifican, ordenan todo, reducen los colores y, así, quizás los espectadores de una obra nos olvidemos que estamos ante una representación, sino ante todo el universo reducido en un cuadrado. El suprematismo estaba muy bien, pero ¿era útil para el pueblo ruso, en su mayoría analfabeto?. La respuesta era evidente. Ni siquiera hoy en día entendemos de todo lo que querían decir esos místicos radicales experimentando con geometrías.
Revolución rusa, 1925
Alexander Rodchenko mezcla foto, geometría, ritmo, composición, diseño, publicidad, tipografía… y sin saberlo, crea el primer meme de la historia. El artista firma su obra en la esquina inferior derecha.
Alexander Ródchenko junto a Vladímir Mayakovski (poeta) creó la primera agencia de publicidad: «Mayakovski-Ródchenko Advertising-Constructor».
Juntos crearon más de 150 piezas publicitarias, packaging y todo tipo de innovadores diseños con eslóganes breves y muy directos, ideales para adoctrinar a millones de rusos (muchos de los cuales apenas sabían leer).
Es lo que se llamó constructivismo ruso, un arte al servicio de la revolución, que mezcla propaganda, arte, diseño, ingeniería, publicidad, etc… Un arte efervescente que permitiría la experimentación más enloquecida hasta que Stalin cortó por lo sano tanta libertad creativa. Este cartel es uno de los más conocidos del movimiento. Ródchenko retrata a «la musa de la Vanguardia Rusa», Lilia Brik con pañuelo de obrera y gritando bien alto: «¡LIBROS!». Nunca se había visto nada tan innovador y eficaz en publicidad, y este nuevo lenguaje se extiende por el mundo entero para «adoctrinar a las masas», de la España republicana a la Alemania nazi.
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