Eduardo Rosales: Pintura Historicista.

La pintura historicista es un género pictórico que se inspira en escenas con eventos de la historia cristiana, de la historia antigua (mesopotámica, egipcia, griega, romana...), de la mitología o de los acontecimientos históricos recientes. No se valora tanto que el arte imite a la vida, sino que proponga ejemplos nobles y verosímiles (creibles)s. No se narra lo que los hombres hacen sino lo que pueden llegar a hacer. Por ello se defiende la superioridad de aquellas obras artísticas en las que lo narrado se considera elevado o noble.

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Tobías y el ángel: 1858 - 1863. Óleo sobre lienzo, 198x118 cms.

Eduardo Rosales tras modificar una y otra vez lo ya hecho, y sin quedar satisfecho con sus resultados, el pintor lo dejó en el estado esbozado en que lo vemos hoy, en el que reside precisamente gran parte de su atractivo. El lienzo ilustra el pasaje bíblico en que el arcángel san Rafael indica al joven Tobías, sentado junto a él, que extraiga la hiel de un gran pez que asoma en el agua, para curar con ella la ceguera de su padre (Tobías). Asustado el muchacho al ver surgir del agua la enorme cabeza del pez, se agarra con fuerza al regazo del ángel.

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1864, Doña Isabel la Católica dictando su testamento.
Óleo sobre lienzo 400X290 cms.

Esta pintura de historia representa el momento en el que la reina Isabel dicta su testamento.

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Muerte de Lucrecia, 1871. Óleo sobre lienzo, 257 x 347 cm.

Rosales decidió volver los ojos de nuevo a los episodios más ejemplificadores de la Roma antigua, recuperando el filón temático tan explotado por el clasicismo académico de las primeras décadas del siglo, aunque reinterpretados ahora con una lectura plenamente moderna, tanto en su lenguaje plástico (plasmada en vigorosos golpes de pincel), como en el planteamiento dramático de sus argumentos. Así, el asunto elegido fue, la agonía de una mujer virtuosa. Episodio que sería ampliamente difundido desde el Neoclasicismo como ejemplo máximo de virtud y fidelidad conyugal. 

La escena, describe el suicidio de la patricia romana Lucrecia tras ser violada por el hijo del rey de Roma.

Rosales ambienta el desarrollo de la escena en la intimidad del aposento de los esposos, subrayando así el carácter eminentemente humano del drama en su vertiente más privada, así, en el interior de su aposento, el cuerpo agonizante de la ultrajada romana es sujeto por su padre y su esposo, mientras Bruto levanta su puñal jurando venganza. Otro patricio, probablemente Valerio, envuelto en un manto azul, oculta su rostro con los brazos, espantado ante la visión del trágico fin de la matrona.