diumenge, 3 de març del 2019

Joan Miró

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Joan Miró (Barcelona 1893- Mallorca 1983). Siguiendo los deseos de su padre estudió en la Escuela de Comercio de Barcelona y asistió a las clases de la Escuela de Bellas Artes. Ejerció como contable en la droguería Dalmau y Oliveres, pero no consigue adaptarse al trabajo y esto le provoca una crisis nerviosa. Se traslada a descansar a la casa de campo que poseía su familia en Mont-roig, un pueblecito de Tarragona, y aquí es cuando decide dedicarse completamente a la pintura. De regreso a Barcelona, Miró se matricula en la Academia Gali, que proponía como método de enseñanza tocar las cosas, los objetos y las personas para después pintarlas y dibujarlas, de forma que se ampliaba la experiencia sensorial para después traducir visualmente todas esas sensaciones.

Descubriendo a Miró
Fue pintor, escultor, grabador y ceramista. Y además uno de los pioneros de eso que se llamó surrealismo, en concreto de su vertiente más «infantil» y automática. Para Joan Miró el subconsciente era un enorme campo de juegos, o un juguete muy parecido a los que tuvo en su infancia. Con inicios muy eclécticos, el pintor barcelonés nació con las vanguardias y en su primera obra mostró fuertes influencias del fauvismo, cubismo y expresionismo, todo con ese toque tan naïf propio de su producción. Sus primeras obras, entre 1915 y 1918, están influidas por Cézanne, Van Gogh, el brillante colorido fauvista y las formas fragmentadas del Cubiso. En ellas, muestra ya su gusto por las figuras y personajes relacionados con el mundo rural de sus veranos en Mont-roig.
https://s6.eestatic.com/2018/04/19/cultura/patrimonio/Fundacion_Joan_Miro-Joan_Miro-Arte-Museos-Generalitat_de_Catalunya-Patrimonio-Patrimonio_cultural-Patrimonio_300982509_74486695_1706x1280.jpg
La Masía, pintada en 1922, evidencia la transición al surrealismo. Presenta la granja de su familia. Cada motivo ha sido pintado con el deseo de mostrar sus partes más importantes. Para conseguirlo, altera la disposición convencional de las figuras, elimina la pared del establo para dejar ver lo que hay dentro y varía las perspectivas de los objetos de forma que unos aparecen de frente y otros de perfil.
Todos los elementos están representados con claridad, con precisión y nitidez, imprimiéndoles solidez onírica. La crítica ha calificado a esta etapa como detallista, por la minuciosidad descriptiva con que trata los objetos y personajes relacionados con las labores del campo.
En 1919, Miró viaja a París y bajo la influencia de los surrealistas su estilo va madurando. A pesar de su afinidad creativa al Surrealismo, nunca estuvo plenamente integrado en el grupo. Sus obras son extraídas del subconsciente con mucha fantasía. Miró quería hacer una mezcla de arte y poesía, creando así un arte nuevo. Pero en París descubre el poder de lo onírico y decide acabar con los métodos convencionales de pintura.
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Su arte se inspira en el mundo de la infancia, pero también de la cultura popular, por lo que hay mucho simbolismo (el pájaro, un árbol, las estrellas, la figura femenina…) que refleja su visión ingenua, feliz e impetuosa del mundo. Miró fue para Breton el más surrealista de todos, por su automatismo psíquico puro. Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sueños y fantasías infantiles (El Campo labrado 1923), y las obras en que desarrolla su lenguaje de signos y formas biomorfas (centradas en el poder de la vida natural usando formas orgánicas basadas en  la biología pero con una fuerte tendencia a la abstracción.)

COMENTARIO DE LA OBRA: El Campo labrado 1923
Se suele considerar como una obra presurrealista, porque anuncia bastantes de los rasgos surrealistas. El colorido es todavía variado (amarillo, rojo, azul, gris, verde), pero menos intenso que en su pasado fauvista.
En su contenido parece que predomina lo anecdótico y lo fantástico, a veces lindando lo grotesco, aunque sin perder todavía de vista la sólida realidad que caracterizaba los elementos de la masía en la tierra de Mont-Roig, entre 1918 y 1923, de la cual aprovecha bastantes elementos, como son la misma masía de Mont-roig, la acequía, los surcos del campo, la higuera, la agave (aloe vera), la cabra, la lagartija, el perro, los conejos, el gallo, el caracol, el periódico... y añade más elementos, como el ojo, el pino y su piña, la oreja, la yegua y su potrillo, el caracol, el gusano, los pájaros, el labrador y el buey. 
El labrador está reducido aquí a un signo abstracto, en oposición a la potente materialidad de la mujer de La masía. El personaje principal es una forma triangular de color negro, elevada sobre un árbol cuyas ramas son las astas de las banderas, que representa la cabeza del campesino pintor, el propio Miró. 
El lagarto de la parte inferior es un ser cómico, actuando en esta función de circo de payaso tocado con un sombrero de burro, hace de falso hombre-cañón que surge como muñeco-sorpresa de un tubo cortado por los dos extremos que parece el cañón, y llamemos también la atención sobre que se relaciona con el diario “Journal” recortado en las letras “JOUR”.
Relacionadas con el hombre, destacan las banderas francesa e italiana (aisladas), catalana (la más grande) y española, éstas a la misma altura, que ondean mecidas por el viento, elevando sus puntas como optimistas alas de libertad. Es significativo que la francesa y la catalana estén en el mismo lado, contrapuestas a la española, porque en la mente de Miró se asocian a la idea de libertad. 
El pino es el único elemento que el propio Miró ha explicado: ‹‹Es el árbol que lo ve y oye todo. Para mí un árbol es una cosa viva››. El ojo es un símbolo de larga tradición en Occidente y Oriente, y probablemente Miró juega con esta dualidad: en el sentido occidental sería el ojo divino del omnipresente artista-creador, en el oriental sería el tercer ojo interior del artista que todo lo ve y refleja en el exterior un mundo imaginario del inconsciente. La piña es símbolo de fertilidad, sobre todo si se pone al extremo de una vara.
Es un reino de transición entre la tierra y el cielo. El sol es grande y luminoso, pero aparece herido por una triple herida, como insinuando que es el fin del día. Y en el lado derecho la noche ya ha hecho acto de presencia, cortando en diagonal una sección del cuadro, y la sombra del atardecer ya ha llegado a la sombra del árbol, antinatural porque se proyecta sobre la izquierda donde el sol previsiblemente ilumina más y anticonvencional porque se contrapone asimismo al mensaje escrito de las letras del diario doblado: “Jour” (el día en francés). La luna, por contra, es minúscula, y se coloca escondida como si fuera un fruto inadvertido del pino.
En ese mundo aéreo, los pájaros (probablemente una bandada de golondrinas) del lado izquierdo parecen huir del frío para acercarse al cálido sol mediterráneo. Un pájaro enorme, tal vez una paloma, se remarca contra la nube, que haría las veces de su plumón; estilizado en forma de cruz, porta en el pico una rama, lo que fácilmente lleva a la idea de la paloma de Noé, que anuncia aquí una nueva era de libertad vital para el pintor. Las nubes son formas llenas de vida, entre lo celeste y lo animal. 
Miró juega con el simbolismo sexual por la oposición de elementos masculinos y femeninos: el sol y la luna; los animales de significado masculino (perro, gallo), femenino (cabra, yegua) y hermafrodita (caracol, toro-vaca). Los animales más pequeños (conejos, caracol) son los más fidedignos, aunque estilizados, mientras que los más grandes (el toro y la yegua) remarcan sus atributos vitales.
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En 1924 firma el Manifiesto Surrealista e incorpora a su obra formas infantiles automáticas y signos caligráficos. Su obra se va volviendo cada vez más abstracta, más simple, más infantil. Reduce también su paleta a colores primarios, a formas primarias, y esto se ve también en sus esculturas y cerámicas.
 Técnica: Óleo sobre lienzo Dimensiones: 66 x 93 cm.
 
El carnaval del arlequín, 1925: Son formas abstractas que sufren un proceso de metamorfosis, que se alejan del referente del que partieron, la naturaleza. A pesar del aparente desorden en el que se sitúan los diferentes personajes, hay un orden cromático. Siguiendo el colorido pasamos de un personaje a otro, sin un recorrido definido. Todos tienen la misma importancia, no hay una jerarquía establecida.
 Responde a una visión fantástica, con imágenes distorsionadas de animales jugando, formas orgánicas retorcidas o extrañas construcciones geométricas. Las figuras se disponen sobre fondos neutros y planos de colores brillantes, especialmente azul, rojo, amarillo, verde y negro. 
El carnaval del arlequín es un ejemplo del lenguaje característico de Miró.
 
Imatge relacionadaEl segador 1937
Hacia 1934, Miró inicia su Periodo Salvaje, son años de una abstracción más acentuada, sin abandonar el dramatismo. A causa de la Guerra Civil, decide quedarse en París junto a su mujer, Pilar Juncosa y su hija. Inicia una pintura atormentada y gestual cuya máxima expresión es El segador 1937, realizada para el Pabellón de la República española en la Exposición Universal de París de 1937:
Imatge relacionada

Afectado por la victoria del General Franco y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial se refugia en Varengeville, un pueblo normando.
 Aquí su carrera da un giro definitivo, inicia su serie de  Constelaciones 1940-1941:

Se trata de veintitrés pequeñas composiciones inspiradas por la contemplación del cielo estrellado de la costa normanda, donde descubre un nuevo concepto del espacio.
En 1941, regresa a España. Continúa depurando su lenguaje y probará nuevos soportes y materiales. Desde 1956 hasta su muerte, en 1983, vivió retirado en Palma de Mallorca.

Serie de pinturas sobre las constelaciones
Joan Miró y las constelaciones
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Resultat d'imatges de pajaro migratorio miro
En El pájaro migratorio 1970 , vemos dos figuras que se mueven en un enredo de encuentros y distanciamientos. Una mujer identificada por la forma estrellada del centro, que siempre se asocia con el sexo femenino y un hombre. Ambos tienen aspecto de pájaro, por las formas picudas de sus rostros. 
Están contemplando el cielo con los brazos abiertos, esperando que les aparezca la respuesta que buscan. El título nos da la clave para entender a esos personajes. Miró se propuso que su mensaje llegara al espectador, por eso los nombres de sus cuadros son tan evocadores y líricos.
Resultat d'imatges de mujer pajaro estrella
Mujer, pájaro y estrella 1973: Se observa la facilidad de Miró para combinar los colores y las formas geométricas. Es una pintura en la que las referencias a la figuración son evidentes y aparecen de manera nítida en la forma delineada sobre fondo blanco, en la que sobresale el contraste de los planos de color, que actúan como componente autónomo. La composición se centra en las tres figuras esenciales: la mujer, que alude al vínculo del ser humano con las raíces de la tierra, junto al pájaro y la estrella, que simbolizan la atracción poética y espiritual. Se define, además, por la fuerza del fondo blanco, que trata con toda la riqueza que le permite un elevado contraste que hace resaltar la cualidad de la materia.
Miró al final de su carrera artística experimentó otros medios artísticos, grabados, litografías, acuarelas, pasteles, collages, escultura y escenografías teatrales, realizando también los grandes murales cerámicos: La pared de la luna y La pared del sol para el edificio de la UNESCO y el mural del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid 1980:
Imatge relacionada
JOAN MIRÓ
 "...Las cosas llegan lentamente. Mi vocabulario de formas, por ejemplo, no lo descubrí de pronto. Se formó casi a mi pesar. Las cosas siguen su curso natural...La cosa madura en mi espíritu. De modo que trabajo siempre en muchas cosas a la vez. E incluso en campos distintos: pintura, grabado, litografía, escultura, cerámica.(...) Para mí, un objeto es algo vivo: este cigarrillo, esta caja de cerillas contienen una vida secreta, mucho más intensa que algunos humanos. Cuando veo un árbol recio recibo una impresión, como si fuera algo que respirase, que hablara. Un árbol es también algo humano.(...) Trabajo en un estado de pasión y arrebato..."
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Los Simpson: Joan Miró

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