Odilon Redon (1840-1916): Pintor de la imaginación y del subconsciente en plena hegemonía del naturalismo, contemporáneo de los impresionistas, con los que expuso en 1886, pero con los que no compartió la misma estética, fue un artista al margen. A pesar del papel fundamental que ha desempeñado en la génesis del arte moderno, así como de su innegable celebridad y de haber producido una obra, a día de hoy, presente en casi todos los grandes museos, sigue siendo uno de los artistas menos conocidos del cambio de los siglos XIX y XX.
Odilon Redon y el Simbolismo: El Simbolismo es un movimiento literario y de artes plásticas que se originó en Francia en la década de 1880, paralelo al post-impresionismo, y que surgió como reacción al enfoque realista implícito en el Impresionismo. Tanto el Impresionismo, como el idealismo y el naturalismo académico se habían identificado con los problemas contemporáneos, políticos, morales e intelectuales. Los artistas de 1885 disgustados por la incapacidad de la sociedad para resolver estos problemas buscaron nuevos valores basados en lo espiritual. Desean crear una pintura no supeditada a la realidad de su momento, rechazan lo que trae consigo la vida diaria, la aglomeración, la actividad industrial y la degradación.
Los simbolistas consideran que la obra de arte equivale a una emoción provocada por la experiencia. Tratan de exteriorizar una idea, de analizar el yo. Les interesa la capacidad de sugerir, de establecer correspondencias entre los objetos y las sensaciones, el misterio, el ocultismo. Sienten la necesidad de expresar una realidad distinta a lo tangible y tienden hacia la espiritualidad. El símbolo se convierte en su instrumento de comunicación decantándose por figuras que trascienden lo material y son signos de mundos ideales y raros. Hay una inclinación hacia lo sobrenatural, lo que no se ve, hacia el mundo de las sombras.
En un principio, la pintura de Redon manifestó una oposición al impresionismo, así como los impresionistas trabajaban en el experimento del color, Redon trabajó en una magnifica serie de dibujos y litografías, a la que él mismo llamaría “Los Negros”. En Odilon Redon, el interés por el inconsciente, lo onírico y lo fantástico se hace patente en su temática. Su obra se puede dividir en dos partes, una en blanco y negro y otra en color. Para él, el negro era el príncipe de los colores. La araña sonriente, El sueño acaba con la muerte o El ojo como un globo extraño se dirige hacia el infinito son algunos ejemplos. Esta última es un precedente claro del surrealismo. El tema del ojo permite la conexión con los surrealistas, aunque también es una actitud simbolista. En sus litografías aparecen metáforas a obras de escritores como Edgar Alan Poe, Baudelaire o Flauvert.
Son dibujos, grabados… en negro, ya que estuvo 40 años desarrollando su obra en este camino. Hemos visto “Araña sonriente” donde muestra emociones y al mismo tiempo cómo pueden ser pesadillas de muchas personas. En la pareja, “Araña llorando”, podemos ver la relación con “Hombre cactus” y la gran influencia de sus visitas al museo de Historia Natural.
Los textos de Poe le fascinan, como El cuervo o El ojo delator que tienen mucha relación con algunas de estas imágenes. Su relación con la literatura le llevaría a ilustrar varios libros de su amigo Baudelaire.
Eye-Balloon, 1898:
The Raven, 1882. El ojo,1880 – 1885.
"Toda mi originalidad consiste en dar vida, de una manera humana, a seres inverosímiles y hacerlos vivir según las leyes de lo verosímil, poniendo, dentro de lo posible, la lógica de lo visible al servicio de lo invisible.”
En su iconografía poética de lo corriente derivado en extravagante y místico se halla la clave tanto del entusiasmo suscitado por su trabajo en contemporáneos, como los Nabis, y su futura consideración como precursor del surrealismo. Redon da rienda suelta a su fantasía, entremezclando mitos paganos con materialismo científico, animales imaginarios con maquinaria de la Revolución industrial. En su iconografía poética de lo corriente derivado en extravagante y místico se halla la clave tanto del entusiasmo suscitado por su trabajo en contemporáneos, como de su futura consideración como precursor del surrealismo. Fue, como se sabe, un pintor que confesó siempre su admiración por Goya (que murió en Burdeos, ciudad natal de Redon). Al pintor español le dedicó algunos de sus trabajos más inquietantes, inspirados en las series de Los caprichos, Los desastres de la guerra y las pinturas negras.
Hasta 1890 su trabajo fue casi exclusivamente en blanco y negro, pero poco a poco, y rondando ya los cincuenta años, sus litografías se tornan más luminosas, hasta alcanzar finalmente el color. Es entonces cuando las litografías y dibujos al carbón son sustituidos por acuarelas y óleos. Sus temas siguen siendo los mismos: mitos clásicos, orientales, bíblicos, literarios y científicos adaptados a su particular y un tanto alucinada visión interior.
El mundo en blanco y negro del artista empieza a ver la luz, como hemos dicho, a partir de 1890, cuando empieza a trasladar al color la temática onírica. Es la obra Yeux clos (Ojos cerrados, 1890), que tiene una versión pintada y otra litografiada, la que marca un punto de inflexión y lleva a Odile Redon a dedicarse con absoluta originalidad a la pintura al pastel, del que sigue siendo, junto con Degas, uno de los mayores maestros
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